lunes, 12 de mayo de 2008

LIBERTAD, FELICIDAD, CREATIVIDAD


LIBERTAD, FELICIDAD, CREATIVIDAD

Este capítulo forma parte de un libro en proyecto que Don Franklin dejó inédito.

TRES PRINCIPIOS NORMATIVOS DEL INSTITUTO: LA LIBERTAD, LA FELICIDAD Y LA CREATIVIDAD

Por Franklin Anaya Arze

No le falta razón a John Holt cuando dice:

“Si lo que queremos son borregos,

nuestras escuelas son perfectas tal como están”.

Pero si dentro de ellas se estimula

y orienta el afán creador,

se desarrolla éste como una flor natural.

Tres principios norman el desenvolvimiento del Instituto Laredo: el de la libertad, el de la felicidad y el de la creatividad. El niño (y el educando en general) no puede ser feliz si no es libre y rara vez ejercita sus facultades creativas sin las otras condiciones.

¿Cómo formar y desarrollar la personalidad sin un ambiente de libertad? La escuela-cuartel (que generalmente goza de mayor estatus) es la que justamente anula la personalidad del alumno. Ser libre significa tener la facultad de decidir por uno mismo pero, como en toda decisión libre se asume una responsabilidad, entran en juego la conciencia y, finalmente, la voluntad de acción. Es un absurdo enseñar impositivamente sin esperar que el educando se forme su opinión y adquiera conciencia de sus deberes. Se puede imponer la disciplina pero no el interés; aquélla va por coerción, éste brota espontáneamente.

¿Cómo convertir el aula en un lugar distinto al habitual? ¿Cómo lograr que sea un centro donde la vida sea feliz? ¡He aquí un desafío al maestro de talento! En una escuela donde uno se acomoda en pupitres para estudiar cosas en buena parte inútiles, nadie puede ser feliz y menos los niños. No lo son si tienen miedo al profesor, si intuyen que a éste no lo tienen de su parte, si en el aula no corre como una brisa el sentido del humor, si no se cuentan historietas atractivas, si no se alternan los estudios con los juegos. No pueden ser felices si se los castiga o reprende con violencia: el castigo es siempre un acto de odio que ofende la dignidad y la inocencia del niño.

El tercer principio que orienta la función educativa en el Instituto Laredo es el de la creatividad: formar hombres cultos y creadores es su misión de corolario, habida cuenta de que la cultura, básicamente, es la conciencia y cumplimiento de las obligaciones para con uno mismo, la comunidad y la naturaleza y que el hombre sin capacidad creadora es más somático que espiritual, más centrípeto que centrífugo, más efímero que perdurable. Por todo ello se integran en el Instituto el estudio de las Ciencias y Humanidades con el de las Artes: ambas son formativas de la cultura, de las artes, de la actitud creativa. El niño posee una capacidad de invención innata y hace miles de cosas todo el tiempo sin dejar de percibir cuanto acontece en torno suyo. Lo que ocurre después –en gran medida a su paso por la escuela—es que pierde esa capacidad. No le falta razón a John Holt cuando dice en Inglaterra: “Si lo que queremos son borregos, nuestras escuelas son perfectas tal como están, pero si dentro de ellas se estimula y orienta el afán creador, se desarrolla éste como una flor natural.”

LA SELECCIÓN DE ALUMNOS

El Instituto Laredo es un plantel al que ingresan solamente los niños bien dotados, cuyas cualidades han sido demostradas por medio de pruebas de inteligencia, razonamiento, conocimientos, dibujo, música y personalidad. No interesa aquí el estatus social, político o económico del niño, porque se trata de salvar valores humanos que pudieran malograrse debido a la crisis educacional por la que atraviesa el país en todos sus niveles. Un niño de talento e inquieto suele ser un niño terrible que estorba en la clase; muchos niños de las mismas cualidades se equilibran y elevan el nivel intelectual del curso y del propio maestro. A esta ventaja debe añadirse que el número de alumnos por curso es, en este Instituto, limitado de acuerdo con las conveniencias pedagógicas. ¿Qué rendimiento aceptable puede lograrse en cursos de 40 a 50 alumnos como son los de casi todas nuestras escuelas fiscales o particulares?

“En los países desarrollados –escribe Igor Quiroga—como Estados Unidos, Rusia, Europa, etc., se vienen realizando experiencias trascendentales en el campo de la educación de niños y jóvenes intelectualmente superdotados y bien dotados, experiencias para las cuales las Universidades o el Estado proporcionan recursos sin escatimar gastos. Fuera de la educación privilegiada que aquéllos reciben, son objeto de seguimiento de su actividad intelectual o profesional y hasta de su salud y desempeño en la sociedad. En verdad los grandes países no pueden descuidarse de incrementar sus recursos humanos de alto nivel por este y otros procedimientos. En las naciones del Tercer Mundo, poco o nada se hace en la materia que no sea lamentar la fuga de cerebros hacia los grandes centros.” En este aspecto, el Instituto Laredo viene a ser un plantel doblemente excepcional: por la tarea que realiza y porque esta tarea se debe al esfuerzo propio antes que al apoyo del Estado.

¿POR QUÉ SE DA IMPORTANCIA A LA ENSEÑANZA DE LA MÚSICA EN EL INSTITUTO?

Los sonidos que hoy se utilizan en la Música Universal tienen su origen en la Grecia de la Antigüedad. Pitágoras y Aristógenes, por deducciones geométricas y de física intuitiva, fueron descubriendo los sonidos de la escala mayor y la escala menor. Desde entonces la música junto con las matemáticas, el lenguaje, la filosofía (teología) la jurisprudencia fueron las materias básicas de la formación intelectual y espiritual de la juventud estudiosa. En los albores del Renacimiento, ocupó la atención de los sabios y de los ingenieros que fueron perfeccionando e inventando uno a uno los instrumentos musicales y sistemas de notación, instrumentos cuyos mecanismos son de una sutileza y exactitud comparables a las de otro gran legado de la época, que fue el reloj. En los siglos XVIII y XIX, la música y en especial la Ópera, apasionó a los pueblos como hoy el fútbol. En lo que va del siglo XX, la pedagogía musical se ha perfeccionado grandemente y producido textos prácticos y amenos. En Europa, Estados Unidos, Canadá, Japón, Rusia y últimamente China se ha incrementado la enseñanza de la música de tal modo que son excepcionales los planteles educativos que no cuentan con un taller musical, banda militar y orquesta de cuerdas, cuando no su orquesta sinfónica. En los Estados Unidos se cuentan éstas por decenas de miles, la mayor parte de las cuales se encuentran en ciudades de 50.000 habitantes y aun menos.

¿Esto sucede porque la música es un arte que adorna y alegra la vida? ¿Por qué es una costumbre cultural heredada? ¿Un pasatiempo bello e inocente? En parte sí, pero la razón fundamental está en que el ejercicio musical pone en acción simultánea todas las facultades humanas aun más que la ciencia; esto es siempre y cuando sea consciente, intelectual. Si a un niño se le enseña a tocar el piano como a un animalito amaestrado, aprenderá a coordinar el movimiento de las teclas con las notas del método de piano cuyos ejercicios debe repetir maquinalmente, en tanto que su imaginación vaga por los campos de intereses infantiles; el procedimiento da lugar a la pérdida de la capacidad de concentración.

En el Instituto Laredo, el primer año (Cuarto Básico) se dedica a la intelectualización de los sonidos. Primero el niño aprende a leer y escribir la música como cualquier idioma y lo hace canturreando, porque el canto sustituye a la palabra. Cuando las notas escritas se han convertido en imágenes cerebrales (lo que sucede el Segundo Año) recién se inician en la ejecución del instrumento, de los coros y luego de los conjuntos instrumentales. Todo ello da lugar a una serie de operaciones intelectuales, motoras y síquicas sincronizadas en un tiempo preciso; operaciones que en síntesis son:

Percepción óptica;

  1. Imaginación previa de los sonidos que se ejecutarán en cuanto a su altura, intensidad, duración y ritmo;
  2. Interpretación mental del sentido expresivo de las notas;
  3. Reproducción de los sonidos escritos con la voz o el instrumento;
  4. Confrontación de lo mentalizado con lo ejecutado;
  5. Control y tecnificación de los medios de expresión (voz o instrumento: Acción de los centros auditivos de fonación y de los sistemas nervioso y muscular del cuerpo entero;
  6. Control de los reflejos neuro musculares y dominio de los impulsos de relajación;
  7. Coordinación con los sonidos ejecutados por otras voces o instrumentos vecinos;
  8. Comprensión y coordinación con las señalizaciones del Director del Coro o la Orquesta;
  9. Interrelación con el público.

La música nace del silencio y muere en él. Después de producida, no admite correcciones. De ahí que exija su ejercicio la máxima concentración de las capacidades humanas. Ese ejercicio faculta no sólo a hacer música sino otras operaciones de la mente en los campos de la ciencia, la técnica o el arte.

CONCEPTO EQUIVOCADO DE LOS PADRES

Lamentablemente los padres de familia se afanan porque las mujercitas ingresen al Instituto. En cuanto a los varones, piensan que el arte puede desviarlos de carreras liberales más productivas, perjudicando así a niños que mediante el Instituto Laredo podrían desarrollar su talento hacia horizontes diversos. Al estudiante que tiene vocación musical, el Instituto le da una base sólida para esta carrera; al que no la tiene, le servirá también para la conformación de sus métodos de pensamiento fuera de darle la complementación cultural y estética que necesita el hombre para su vida espiritual, para su felicidad.



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